Decálogo sobre por qué leer el Quijote

RAZÓN 1ª. Porque lleva cuatrocientos años siendo la primera de las obras literarias. Hubo un antes y un después del Quijote. Después de la novela cervantina, la literatura universal no volvió a ser la misma. Todos los autores posteriores han tomado el Quijote como un elemento clave para su formación como escritores. Ha sido elegido el mejor libro de la Historia por más de cien escritores pertenecientes a cincuenta y cuatro países.

RAZÓN 2ª. Porque su lengua original es la española, la que usamos y une a más de cuatrocientos millones de seres humanos en la Tierra. La lengua española, gracias en buena medida a los americanos, es la lengua de la literatura universal (sin que deba traducirse la afirmación como un menoscabo a la lengua inglesa, claro está). Como obra lingüística, el Quijote representa la cumbre de nuestro idioma: «[…] Afirmar que Cervantes escribía bien es una perogrullada, pero hay en su época muchos escritores españoles mucho más correctos gramaticalmente que él, si es que es lícito examinar su obra a la luz de una gramática cuyas reglas son en gran parte posteriores […]», dice Riquer en su edición del Quijote de la editorial Planeta (2004 : LXVII).

RAZÓN 3ª. Porque Don Quijote y Sancho representan las dos caras de una misma moneda: el mundo tal como es y, a la vez, el mundo tal y como creemos que es. En este sentido, ambos personajes son el reflejo perfecto de la condición humana; de ahí que, hasta el día de hoy, no haya lectores de esta novela que no perciban algún tipo de identificación con estos personajes ante determinadas situaciones o ideas expresadas.

RAZÓN 4ª. Porque es todo un prototipo de nuestra cultura, la hispánica, la que nos hace sentir muy próximos a la América hispanohablante; lo que no ocurre con los europeos o los norteamericanos, por ejemplo. Uno de los representantes más indiscutibles de la referida cultura es el Quijote, pues solo en los países con la marca de «hispánicos» se puede entender una figura como la de Don Quijote. Un término como “hidalgo” solo es concebible dentro de nuestro ámbito; los anglosajones, por ejemplo, carecen de un significante que pueda asociarse a nuestro concepto de hidalguía.

RAZÓN 5ª. Porque es un libro que fomenta valores (la amistad, el amor, la justicia, la lucha por las cosas que uno quiere y en las que uno cree, la igualdad…) y abarca un amplio abanico de sentimientos (es divertido, triste, emocionante; intangible, en ocasiones, y al mismo tiempo de una abrumadora accesibilidad; etc.).

RAZÓN 6ª. Porque es un libro del que hablan mal quienes no lo han leído y alaban sin límites quienes lo han leído hasta el final. Lo que nos conduce a un proverbio que reza así: «Algo tendrá el agua cuando la bendicen».

RAZÓN 7ª. Porque posee unas cifras editoriales desconcertantes: en 1605, el año de su publicación, casi diez mil ejemplares vieron la luz (una cantidad desorbitada para la época). De esos ejemplares, tres mil eran ilegales, piratas… Unas cifras extraordinarias si tenemos en cuenta que la mayoría de la población era analfabeta.

RAZÓN 8ª. Porque tiene muchos niveles de lectura: desde el nivel superficial (el de la anécdota), que basta para convertir a la novela en un texto entretenido, hasta el más profundo, en el que navegan los especialistas de la obra cuando tratan de analizarla. En medio, hay cientos de niveles que permiten que la novela se amolde a las circunstancias de sus lectores: formación cultural, interés mostrado en la lectura, etc.

RAZÓN 9ª. Porque millones de lectores, de distintas épocas, culturas, credos, formación intelectual, inquietudes; y diferentes circunstancias históricas, sociales, económicas… no pueden estar equivocados cuando han contribuido, de una manera u otra, a defender la valía y conveniencia del Quijote.

RAZÓN 10ª. Porque no se escribió con las pretensiones de otras obras literarias: el triunfo y la fama de su autor. Al contrario, el Quijote se escribió en buena medida para que su autor liberase en él la cantidad de frustraciones que había cosechado a lo largo de su vida. La novela, que se compuso para atacar a los libros de caballerías, según declara para despistar el propio Cervantes, en el fondo no era más que un medio para canalizar todos los malestares y pesares que había acumulado a lo largo de su vida.