Renovaciones perversas

Retiramos al veterano, traemos al nuevo, al joven, al futuro. Apelamos a la proyección. Nos quejamos de los dinosaurios, de la permanencia en los puestos, de las largas trayectorias en los hemiciclos; mas no pensamos ni por un instante que esos recién llegados, dado lo larga que será su previsible estancia, terminarán posiblemente sucumbiendo al mal de los permanentes. ¿Qué haremos cuando después de habérseles dejado saborear la miel del poder desde tan temprana edad queramos arrebatársela cuando en plena madurez los ánimos de la experiencia ya estén bien compuestos para el gobierno de la nación? ¿Permitirán los renovadores ser renovados llegado el momento? Las transiciones son delicadas, muy delicadas… A mi juicio, excesivamente delicadas. La virtud de estas se sustenta en la evitación de que lo que fue una “admirable precocidad” se termine convirtiendo en una “previsible inmadurez”.

Moiras Chacaritas