¿Por qué se restringe tanto el acceso de otros profesionales a participar en el día a día de los centros educativos tal y como lo hacen los docentes? No veo personal sanitario permanente (con despacho propio) que lleve a cabo atenciones médicas, supervisión de la salud, tareas de información y atención general a los diferentes colectivos que conforman los colegios e institutos (alumnado, PAS, docentes, personal de limpieza…); no veo una unidad estable que trabaje asuntos de índole social (trabajadores y educadores sociales) localizable en un lugar del edificio; no veo personal de seguridad que vele por las entradas y salidas de los edificios, los recreos, los espacios comunes, etc., durante los horarios de apertura de los centros; no veo servicio jurídico alguno; no veo…
¿Por centro y turno un profesional de la salud, otro de asuntos sociales, otro de seguridad, otro sobre cuestiones jurídicas…? Sí; y de manera esporádica, aunque con una periodicidad de dos o tres veces semanales, un jardinero profesional, y un conjunto de especialistas habilitados para supervisar el complejo quehacer que representan las medidas de protección de riesgos laborales, y cuanto tiene que ver con los sistemas informáticos, y…
No sé, son tantos y tantos miembros del mundo de las profesiones tienen cabida en la gestión diaria de los centros educativos que la única razón que veo para negar esta entrada no puede ser otra que la presupuestaria; o sea, el que no hay con qué pagarles. Solo eso.
La importancia de su presencia en los centros creo que no debería cuestionarse: por un lado, porque dentro del cupo de convicciones que atesora la sociedad[1] conviene consolidar la idea de que los edificios donde se realizan tareas de enseñanza reglada no son cotos gestionados exclusivamente por una oligarquía (como muchas veces se piensa cuando flota en ambientes lejanos al recinto la palabra “corporativismo”).
Por otro lado, porque la labor que podrían desarrollar estos profesionales ya la realizan los docentes,[2] aunque de manera bastante ineficaz porque la voluntad con la que parchean estas necesidades lejísimos está de cubrir los mínimos de calidad que exigen los distintos aspectos que abonan las áreas profesionales señaladas.
[1]. Así, en general, la so-cie-dad; la misma que contribuye con sus impuestos a que exista y perviva el sistema.
[2]. Y sí, los docentes hacen todo ese trabajo. Y lo hacen gratis. ¿O hay un plus en la nómina que refleje el desempeño de otras funciones profesionales que van más allá de las estrictamente pedagógicas?