Cumpleaños

Es desconcertante amanecer al día siguiente de tu cumpleaños y que el primer pensamiento que cruce por tu mente nada más despertar sea una suerte de extraño lamento por una imposibilidad. Ayer cumplí cincuenta y dos años y me he percatado hoy de que en lo que vaya a ser mi obituario nunca aparecerá que fallecí a los cincuenta y uno.

La única imagen que ahora tengo es la de una puerta a mis espaldas (una más), que ya está cerrada para siempre; y otra delante, abierta.

Bueno, en realidad, entornada.