Huecas huelgas

Me gusta lo que dice el artículo 10 del Decreto 114/2011, de 11 de mayo, por el que se regula la convivencia en el ámbito educativo de la Comunidad Autónoma de Canarias, cuando, en su exposición sobre el derecho a la manifestación de la discrepancia, señala en el primer punto que el alumnado tiene derecho a la manifestación de la discrepancia ante decisiones o acontecimientos relacionados con la vida escolar.

Este punto y los otros dos que forman parte del articulado del citado decreto son los asideros en lo que se reconoce el derecho a la huelga del alumnado. Según el DRAE, la voz “huelga” significa ‘interrupción colectiva de la actividad laboral por parte de los trabajadores con el fin de reivindicar ciertas condiciones o manifestar una protesta’. En consecuencia, consideramos que, cuando el alumnado manifiesta sus discrepancias con algo que le afecta no asistiendo a clase, está llevando a cabo una suerte de huelga, pues solicita ciertas mejoras o expresa su malestar ante un hecho puntual que le preocupa. Nada que objetar. Me gusta, repito.

Lo que no me gusta tanto es que, a mi pregunta sobre «¿de qué va la huelga que les mueve a no venir a clase mañana?»,[1] la respuesta sea un pudoroso silencio, y una general sonrisa (pícara en muchos rostros), y un descarado «yo qué sé, profe», y un desconcertante «pues…, sobre algo de las mujeres… o el medio ambiente, sí…, algo de eso», y un irritante «la verdad es que no me importa; no hay clase, eso es lo que importa», y un…

No me gusta. No me gusta nada. Y no porque esto suponga el tener que dejar de hacer lo que tenía previsto para hablar con la clase sobre el tema de la huelga, que lo haría sin dudar, aunque todos tuviesen claros los motivos de la movilización, sino porque de sus respuestas, ya orales, ya gestuales, no se desprende adhesión alguna a las causas, merecedoras todas de que se les presten mil y una atenciones acompañadas de mil y una paralizaciones del sistema.

Ni a las causas se adhieren ni, y esto tiene a mi juicio su punto de gravedad, a lo que representa el valor de la movilización colectiva para defender los derechos; en suma, a lo que es y significa el derecho a la huelga.


[1]. Sí, claro, por supuesto: pregunto por la huelga sabiendo de antemano de qué va.