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El esperado circo, por fin, ya llega. Miren, miren cómo desfilan sus marionetas, con sus testas augustas; cómo los saltimbanquis, con sus pecheras atestadas, desafían a la gravedad. Fíjense cómo no se caen… ¡Flotan! Ahí veremos a los malabaristas sobre el alambre, sin miedo a caer en la toga ni en la red. Miren a los payasos cómo se echan tartas a la cara haciendo ver que están enfadados y cómo devoran los leones de cartón-piedra al indomable domador. ¡El circo! Pasen y vean bajo la carpa a los rostros felices. ¡Todo es alegría! ¡Todo son parabienes! ¿Ven cómo vuelan los elefantes? ¿Ven cómo se contonean las serpientes al ritmo de tangos, mariachis, folías y oradores? ¡Por fin! ¡El circo! Ciudad memorable, sin duda, que congraciada al espectáculo sabe cómo hacer enmudecer al dichoso niño antes de que diga: «Pero si el rey está desnudo».

Moiras Chacaritas