¿Irremediable involuntariedad?

No sé si se debe o no hablar de “fallo”; pero si así fuera, permítanme la pregunta y, con ella, la expresión: ¿Qué “falla” cuando un camarero, al que una pareja heterosexual (necesaria distinción para conducir nuestra historia adonde conviene, porque consideramos un hecho indiscutiblemente normal y razonable la existencia de otros tipos de parejas) solicita un refresco y una cerveza sin especificar para quién es, adopta el criterio de servir a la mujer el refresco y al hombre la cerveza en la mayoría de los casos? ¿Por qué considera este trabajador de la hostelería que dichas bebidas corresponden a uno u otro género? Supongo que podrá haber, entre el surtido de respuestas posibles, algunas relacionadas con la costumbre, con lo habitual de que el consumo de unas bebidas esté circunscrito por lo general a un sexo, etc.; pero, pregunto, ¿debería ello, el hecho de que sea habitual o frecuente, impedir que consideremos que algo “falla” cuando esto sucede?

El trabajador de la hostelería con toda probabilidad no es ni machista ni ha pensado jamás que sólo los hombres deben consumir alcohol; pero lo cierto es que, sin quererlo o sin proponérselo, ha considerado que el refresco era para la señora y la cerveza para el señor. Supongo que, si le hiciésemos saber el “error” que ha cometido, sonreiría, se disculparía, enmendaría el entuerto y la cosa quedaría en simple anécdota. La pareja heterosexual, sin ánimos de agriar la fiesta, lo dejaría en lo que puede ser, una simple anécdota, y ya está. Pero la pregunta, una vez formulada, no puede dejarse en el limbo. Repito, ¿por qué se producen hechos como este?

Veamos la siguiente secuencia. Una pareja heterosexual va a un establecimiento. Después de elegir varios productos, van a la caja donde, por lo general, suele haber una dependienta. Esta, tras sumar el importe de los objetos, dicta el total. Para el caso que nos ocupa, es la mujer la que decide pagar y lo hace entregando a la dependienta más dinero del importe que debe abonar. Ahí va la pregunta: ¿Por qué muchas veces la dependienta entrega el cambio al hombre en vez de dárselo a la mujer? Llegado el caso, se apuntará con cierto humor: “No, no, el cambio es para ella”. La dependienta se disculpará, la mujer le quitará hierro, el hombre sonreirá por ese acto involuntario de la dependienta y aquí no pasa nada. Pero este hecho anecdótico no es infrecuente. Se da en muchos casos y, sin necesidad de rizar el rizo, lo cierto es que, una vez dado, es irremediable formularse la pregunta de marras: ¿Por qué se producen hechos así?

Una secuencia más y lo dejamos aquí. Una pareja heterosexual va a un restaurante de nivel medio. Piden vino mientras miran la carta. El camarero muestra la botella elegida, la abre ante la pareja y opta por echar una pequeña muestra en la copa del hombre para que este dé su visto bueno. ¿Por qué? En algunos sitios surge la pregunta razonable para este hecho: “¿Quién desea probarlo?” Pero en la mayoría de los lugares esto no es así. Repetimos, ¿por qué? ¿Quizás porque el hombre, al que el primer camarero de manera involuntaria atribuyó el deseo de tomar cerveza, posee la capacidad de distinguir qué vino es el adecuado?

Aun reconociendo que los hechos expuestos pueden conducir al lector a la consideración de que llevamos las cosas un poco más lejos de lo normal y es posible que así sea, me gustaría que se reflexionase sobre las veces en las que, en nuestra vida cotidiana, se producen estos actos involuntarios. Sin duda alguna, ustedes podrán poner ejemplos mucho más explícitos de los aportados en este texto. ¿Por qué ocurre esto? Por hábito, por costumbre, por la educación recibida… Confieso que no lo sé a ciencia cierta, y lo que yo sospeche o crea importa bastante poco en este momento porque lo que se debe resaltar es que hay momentos en los que, de manera irremediable, determinadas personas actúan así.

¿Debemos preocuparnos por ello? ¿Lo dejamos en simple anécdota? El que sea “involuntario”, ¿le resta importancia? ¿El que sea “irremediable” minimiza la cuestión? ¿“Ganaría” la sociedad si logra evitar situaciones así? ¿Es correcto pensar que estos hechos son simples resquicios testimoniales de un problema mucho más grande de integración de las mujeres en un mundo, el nuestro, construido por los hombres? ¿Me estoy pasando con las preguntas o, quizás, me estoy quedando corto?

Pro Marcelas