Baso mi existencia en buscar los otros puntos de vista. Si me muestras “esto”, yo lo veré y estaré atento a cómo es, además, “eso” y “aquello”. No puedo mirar a un solo punto. Tampoco puedo conformarme con una sola perspectiva. Quizás porque no tengo capacidad de concentración, por muy paciente y ajedrecista que me quiera vender. Lo cierto es que tengo prisa, siempre tengo prisa; tanta, que termino por no hacer nada. Pienso que, con solo pensar todo lo que tengo que hacer, ya estoy tan cansado y superado, y que lo mejor es no seguir haciendo más. «Total, ¿para qué?». Baso mi existencia en buscar la respuesta a: ¿Para qué? Esa es la gran pregunta de todo. Posiblemente, por eso busco otros puntos de vista. No sé. ¿Para qué hacer las cosas? Ninguna respuesta me satisface. Ninguna. Aunque unas son mejores que otras. Sin duda, de todas, la que más me hiere es: «para nada; porque sí». Porque viene a demostrarme hasta qué punto estoy perdiendo el tiempo buscando otros puntos de vista. ¿Qué sentido tiene buscar perspectivas diferentes si las cosas se deben hacer porque sí? Esto me pregunto cuando imagino que me dan la atroz respuesta y concluyo lo expuesto sobre mi pérdida de tiempo. Lo siguiente que me pregunto es inevitable: ¿Qué sentido tiene buscar a las cosas otros puntos de vista? Y la respuesta que obtengo, mis senadores, es más hiriente aún si cabe: «Ninguno. Dar un rodeo para acabar en el mismo sitio». Respiro profundamente. Apreto los puños. Cierro los ojos. «Entonces, en el fondo, todo es lo que es simple y llanamente porque sí». Y afirmo resignado con la cabeza.