«Un tango lo bailan dos» es una expresión que se refiere a la participación necesaria de dos o más individuos en la realización de un asunto que conlleva idéntica responsabilidad en sus consecuencias.
Un bulo, según el DRAE, es una ‘noticia falsa propalada con algún fin’; o sea, un mensaje que requiere de un emisor que lo elabore y difunda; y de un destinatario que lo reciba y lo acepte sin cuestionárselo. Este receptor puede actuar luego como transmisor, bien por el interés particular o colectivo de promover una consecuencia, bien por bondadosa ignorancia: difundir mentiras sin saber que son tales pensando en el beneficio social que supone su conocimiento.
Frente a la voluntad de que te quieran mentir ha de estar la virtud de no dejarte engañar. Y nada mejor para que el engaño no se asiente que contrastar la información recibida. El malvado no tendrá reparos morales en causar daño, es lo que busca; el ignorante, en cambio, desconoce lo que es el pensamiento crítico, el análisis de las fuentes, la reflexión sobre la razón de ser de las versiones que hay sobre un hecho y los matices de su exposición, en suma, el ir más allá del mero significado denotativo de la noticia recibida.
La maldad y la ignorancia crean el bulo y, al mismo tiempo, son las que lo avivan. La responsabilidad es de ambos colectivos, tanto el de los malos como el de los ignorantes, aunque el antídoto para combatir su nociva acción sea diferente: contra el malo, la ley; contra el ignorante, la educación.