Nadie está preparado para una situación como la que ha generado el COVID-19. Nadie. Ni quienes están en el gobierno ni quienes están en la oposición; ni quienes tienen que hacer frente cara a cara con el peligro ni quienes, confinados, esperan instrucciones más allá de no salir de sus lugares de encierro. No existe ningún manual de instrucciones que indique de manera pormenorizada qué hay que hacer en caso de que se declare una pandemia originada por una enfermedad nueva sobre la que no hay ni tratamiento ni vacuna.
Se dice que el gobierno improvisa y sí, claro, es razonable que improvise. Es lo normal. ¿Dónde está escrito lo que hay que hacer? Pocas situaciones más propensas a la improvisación que la ocasionada por el COVID-19. ¿Quién iba a imaginar que un problema de salud ocasionado en China se desbordase en Italia y explotase en España? ¿Quién iba a suponer que las UCI serían insuficientes, que nivel de contagios superaría cualquier estimación y, lo que es peor, que el drama sanitario no sería local, sino mundial?
¿Qué toca ahora? Apoyar al gobierno. Confiar en que sus decisiones sean las más adecuadas. Y considerar que si el precio de una sola vida ya es un cargo de conciencia difícil de gestionar para un mandatario, el de miles supera lo indecible. Nadie quiere ser recordado por estar al frente de una responsabilidad cuando tantos perdieron la vida. Por eso, comprendo que a la dificultad que conlleva improvisar se le una la de los cientos de vidas que cada día se pierden desde que esta catástrofe se asentó en nuestra cotidianeidad.
Se puede y se debe protestar cuando sea oportuno, pero no perder el sentido de la lealtad que se ha de dar a quien está al frente de una responsabilidad gubernamental. La oposición también vive una situación inédita y conviene que haga virtud de la prudencia. Gobierno y oposición transitan por un terreno donde la victoria de uno no es el fracaso del otro, y viceversa.
Las palabras «triunfo» o «victoria» ya están asignadas en esta lucha sin cuartel para quienes superen la enfermedad y quienes hayan colaborado estrechamente con esta superación. Solo estas personas pueden utilizar estas palabras. Al resto solo nos queda alegrarnos y mucho de oírlas.
En el cuaderno de lo que hay que hacer en este momento, todos los días se escriben cientos de páginas nuevas, diferentes a las del día anterior. Es lógico. Tanto hay que improvisar.
Mas algo creo que todos deberían tener claro cuando finalice esta situación y se estabilice un poco el país: la necesidad del gobierno y la oposición de pasar nuevamente por las urnas.
Los que han estado frente al peligro y los confinados deben emitir su veredicto. Un veredicto que, sin lugar a dudas, no será improvisado.