De la vida XXIV

Nunca me peleo con nadie. No pierdo el tiempo con estos quehaceres. Puedo tener diferencia de criterios, puedo no estar de acuerdo con algo, pero jamás me peleo. Cuando alguien traspasa algún límite y ha logrado herirme, lo ninguneo. Esa ha sido siempre mi arma más poderosa. Es más, siempre he creído que no existe mayor castigo que el ninguneo, pues es una increíble metáfora de la muerte. La muerte real. La que sigue a la desaparición de los testimonios y los recuerdos.