En el principio, nada había; y la creadora, cansada del infinito vacío, dijo «basta» y golpeó la billarda con su palo. Una de sus puntas se clavó en el firmamento y lo agrietó. De esa abierta portería salieron la luz y la oscuridad. Y vio la creadora que aquello era bueno y lo llamó billarda. Así pasó el primer día. Pidió a la luz y a la oscuridad que contendieran para su solaz, y declaró que a la vencedora premiaría con la regencia del universo. Aceptado el desafío, las mandadoras llamaron a sus doce horas o luchadoras al terrero acordado, próximo a la constelación Canis Maior, para que se bregaran durante millones de años entre agarradas y mañas. Y vio la creadora que aquello era bueno y lo llamó lucha canaria. Así pasó el segundo día. Como no salían del empate, pidió a las mandadoras que se pusieran sus fajines negros, que tomaran sus latas y dirimieran a quién le habría de corresponder el gobierno universal. Durante millones de años, entre braceos y mudas de mano, con sus puntas y regatones se defendieron y atacaron; y con la burra, el centro, se protegieron. Y vio la creadora que aquello era bueno y lo llamó lucha del garrote. Así pasó el tercer día. Dejó que de modo indefinido continuaran los enganches y revoleadas, las zapatas y trabas, porque con cada golpe se desprendían de las varas unas minúsculas astillas en forma de astros. Cuando desaparecieron los palos, dijo la creadora: «sigan», y la luz y la oscuridad comenzaron a arrojarse los cuerpos celestiales. Los elevaban por encima de sus cabezas y se los lanzaban. Y vio la creadora que aquello era bueno y llamó a este pulseo levantamiento de piedra. Así pasó el cuarto día. Y ocurrió que de las constantes tiradas los astros chocaron entre sí tantas veces que acabaron adquiriendo formas esféricas. Y vio la luz que ahí, en la metamorfosis, estaba la solución. Se introdujo en el objeto flotante más pequeño de cuantos se hallaban a su alrededor y empezó a gestar en su interior una estrella. La oscuridad, consciente de que aquel boliche luminoso concentraba la esencia de su enemiga y de que su destrucción le daría la victoria, comenzó a dispararle astros. Y vio la creadora que aquello era bueno y lo llamó bola canaria. Así pasó el quinto día. Nunca consiguió la oscuridad golpear aquel punto y lo que fuera chinijo acabó convirtiéndose en un sol que, por la fuerza de la gravedad, logró que orbitaran a su alrededor numerosos cuerpos celestiales. Y vio la creadora que aquello era bueno y lo llamó levantamiento de arado. Así pasó el sexto día. Y complacida con lo ocurrido, dio la victoria a la luz; y quiso conservar para la memoria el fin de la nada. Preguntó a la vencedora dónde depositar cuanto había nombrado y esta, al séptimo día, le señaló el lugar. Y vio la creadora que el sitio escogido era bueno y lo llamó Canarias.
Texto presentado en la edición de 2023 del concurso de relatos cortos que, con motivo de la celebración del Día de Canarias, organiza el Ayuntamiento de Santa Lucía de Tirajana. En esta edición, el certamen estaba dedicado a los juegos y deportes tradicionales canarios.