Yo, tú… mujeres, siempre (Editorial Vecindario, 2017)
De nuevo se pone en marcha la maquinaria editorial del IES José Zerpa para alumbrar un nuevo título que, visto con la debida perspectiva, puede reconocerse como la segunda parte del que publicamos en noviembre, al hilo del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la mujer, bajo el título de 25 esperanzas contra el dolor. En esta ocasión, este Yo, tú… mujeres, siempre se centra en el Día Internacional de la Mujer, una conmemoración que moviliza al planeta Tierra todos los ocho de marzo.
La dinámica para la elaboración de este volumen ha sido la misma que la empleada para la obra de noviembre: el concurso de manifiestos que organiza anualmente el Departamento de Actividades del instituto para celebrar el singular día (que ya va por su cuarta edición) ha servido de “excusa” para que el alumnado de Literatura Canaria y Literatura Universal del IES José Zerpa del curso 2016/2017 se pertrechase con su talento, su bondadoso corazón y su instrumental lingüístico para componer las extraordinarias piezas que contiene este volumen.
Para esta ocasión, se ha fijado una pauta muy específica para la escritura centrada en la perspectiva desde la que nuestros autores debían orientar su tarea: las mujeres hacían uso de la fórmula «yo, mujer…» para empezar su texto; los hombres hacían lo propio empezando así: «tú, mujer…». El propósito buscado con esta directriz era lograr la conjunción de dos puntos de vista que, guiados con el pronombre personal al principio, permitiesen un enfoque particular sobre el tema que nos reúne: cómo fragua en el ánimo e intelecto de nuestro alumnado la conmemoración y hasta qué punto es perceptible la deseada concienciación sobre el asunto en cuestión.
Cuando se publicó el título de noviembre, lejos estaba de imaginar la posibilidad de que otro libro, con los mismos autores, pudiera realizarse con la misma (o superior) calidad literaria, el mismo entusiasmo y la misma bondad en el propósito compositivo; y no porque los que firman los textos no fueran capaces de llegar al primer libro, sino porque las excelencias del primer libro fueron tantas que parecía difícil que se volvieran a repetir. Con este libro en la mano, puedo afirmar que no solo se ha llegado al nivel del anterior, sino que incluso se ha superado, lo que me llena de una felicidad indescriptible como docente, como editor, como juntaletras y, sobre todo, como ciudadano.
La belleza en obras como la que ahora nos convoca no se sitúa solo en la comprensión de la función poética (a la que se sujeta el producto lingüístico para ser atractivo al intelecto del lector) ni tampoco se ciñe exclusivamente al marco ideológico con el que podemos sentirnos identificados en mayor o menor medida. La hermosura proviene de la conjunción de poesía y cosmovisión personal, desarrolladas en un entorno académico, unida a la percepción reconfortante de que hay un mañana prometedor, hermoso, digno de ser vivido con alegría, gracias al compromiso de quienes están llamados a sostener el mundo que, en la actualidad, intentamos sostener los ciudadanos de mi generación y condición.
En los textos de este volumen, en cada manifiesto, se vislumbra una convincente declaración de que la igualdad entre mujeres y hombres es posible, y que esta igualdad conlleva, entre otras acciones, el fin absoluto de cualquier manifestación de violencia contra las mujeres, sea de la índole que sea. Aunque este contrato deberá ser verificado con el tiempo y las acciones, el que se declare abiertamente esta certeza merece ser destacado puesto que representa un mayor acercamiento a la consecución del anhelado propósito.
La visualización de una generación comprometida, estudiosa, limpia en sus procederes e interesada en temas sensibles que afectan a su comunidad cercana y al gran vecindario de la humanidad, es un hecho que a los adultos, con independencia del grado de “ancianidad” que atesoremos, nos debe reconfortar; entre otros motivos, porque conlleva la asunción de que el relevo generacional, frente al que muchas veces nos mostramos un tanto suspicaces (al igual que, en su momento, nuestros padres, nuestros abuelos, nuestros bisabuelos…), va a funcionar, que todo va a salir bien; que, como siempre, hay futuro y hay progreso, como siempre ha sido (de lo contrario, nos hubiésemos extinguido como especie).
Este libro demuestra una vez más que hay jóvenes que luchan por la igualdad, que tienen claro lo incuestionable que es el que esta se dé, que no dudan de ella y que están dispuestos a defenderla. En las aulas hemos hablado de ese mundo hecho por los hombres para los hombres, hemos leído textos literarios que reflejaban situaciones inimaginables para todos nosotros, instantes que nos horrorizan en el presente, pero que fueron normales en el pasado. Ese horror, esa rabia contenida con la que los textos nos provocan, es la medida hermosa de las cosas, pues significa que el tema ha calado, que está interiorizado y, en consecuencia, que es posible transformarlo para acondicionarlo a lo que entendemos que es lo correcto, lo adecuado… Este libro cree en la igualdad desde el momento mismo en que configura con palabras ese mundo justo en el que se desea vivir.
La lucha por la igualdad es, en el fondo, la lucha por la felicidad: la igualdad conduce a una percepción de justicia; la justicia, conduce a la coherencia, al equilibrio; el equilibrio la coherencia ayudan a organizar el pensamiento; y un pensamiento organizado conduce a una acción adecuada; toda acción adecuada se reconoce como progreso, evolución, avance… Todo avance es positivo cuando se expande a favor de la felicidad. ¿Y no es la felicidad el fin último del ser humano?